Chillán: Tierra de Contrastes

Texto: María Isabel Lira.
Fotos: Roberto de la Fuente

Rodeada de cultivos de trigo y hermosas praderas, de pintorescos pueblos dedicados a la artesanía y al quehacer campesino, la ciudad de Chillán guarda el encanto de la tradición criolla. En sus afueras, los hombres siguen viviendo como si el tiempo no pasara. Rodeos, trillas y fiestas de la vendimia; chupallas, huasos y carretas, traen a la memoria al Chile de antaño y convierten a las costumbres de los primeros colonos en uno de los principales atractivos de la zona.

Cuna de sobresalientes personajes de la historia chilena, sus suelos vieron crecer al libertador Bernardo O'Higgins, al héroe Arturo Prat y al famoso cantante lírico Ramón Vinay, y no en vano el connotado pianista chileno, Claudio Arrau, manifestó entre sus últimos deseos el ser enterrado aquí, donde el pasado convive armónicamente con presente.

Hace varios años, en 1939, en la calma de una calurosa noche de febrero, la ciudad fue azotada por un violento terremoto. El sismo la dejó prácticamente en el suelo pero no logró amendrentar a sus habitantes que, acostumbrados a los embates de la naturaleza, supieron sobreponerse a la tragedia. Hoy espléndidos barrios residenciales, un moderno centro comercial, magníficos murales de los artistas mexicanos Siqueiros y Guerrero, más las nuevas construcciones que rodean la Plaza de Armas, comparten el espacio con las pocas reliquias que sobrevivieron a la catástrofe. Al final de la calle principal, el convento de San Francisco aún muestra su bello claustro e iglesia, y en Chillán Viejo todavía se mantiene en pie la Capilla San Juan de Dios, del siglo XVIII, mientras bajo las frondosas encinas de este barrio colonial se instalan las típicas vendedoras del refrescante mote con huesillo.

Cerca de la Plaza, Chillán abre paso a su Mercado, uno de los centros artesanales más ricos y tradicionales del país. Deliciosas frutas y productos agrícolas se mezclan aquí con cerámicas y gredas, tallados en madera, mantas, cinchas y monturas. Y junto a ese fascinante mundo de formas y colores, el exquisito aroma de la cocina chilena no pasa inadvertido. La cazuela de pava, el pebre cuchareado o el arrollado de huaso invitan a paladear sus populares sabores, uniéndose al insuperable gusto de las humitas, el pastel de choclo, la empanada y el pan amasado.

En medio de este ambiente costumbrista e internándose por las alturas de la cordillera, se destacan las Termas de Chillán. Con hermosas canchas de esquí bordeadas de bosques nativos y saludables baños en agua de azufre, su moderno hotel recibe a miles de turistas de todas partes del mundo que, aprovechando sus cómodas instalaciones, disfrutan del deporte, los paseos y el bienvenido descanso.

Ante la majestuosidad de las montañas, el verde de los campos y la generosidad de la gente de esta histórica provincia de Ñuble, no cabe más que recordar la frase inscrita en la entrada de la hacienda San Agustín de Puñual, casa de Arturo Prat: "hay algo sagrado, misterioso y atrayente que surge del sitio en que nacen los grandes héroes...".

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